Vivimos un momento de transición profunda entre una
sociedad de corte industrial y otra marcada por el procesamiento de la
información y las telecomunicaciones. El uso de la informática afecta de manera
directa e indirecta todos los ámbitos de la sociedad; redefine la realidad, ya
que modifica la forma en la que se producen y distribuyen los bienes y
servicios, las relaciones internacionales, e incluso puede modificar la forma
en la que nos interrelacionamos y divertimos. Para tener una idea de la
magnitud de sus efectos en la sociedad y en la vida de las personas, podemos
compararla con la revolución industrial.
Con la revolución industrial la sociedad dejó de
girar en torno a la agricultura y el ámbito rural para dar paso a una
civilización urbana, en torno a las ciudades, con la fábrica como institución
predominante. La sociedad funciona desde entonces de acuerdo a los ritmos de la
producción industrial y las jornadas laborales. El trabajo se mide con base al
reloj, las fiestas y celebraciones que tienden a dejar atrás sus significados
agrícolas, para centrarse más en el consumo y dar satisfacción así a sistemas
de producción cada vez más exigentes. Con la revolución industrial la sociedad
cambia de manera muy dramática, generando una era de extraordinarios progresos
y nuevos retos en todos los campos de la actividad humana.
Durante más de 200 años la economía del mundo se basó
en un aparato industrial en permanente crecimiento y perfeccionamiento tecnológico
que logró Inmensos avances: de 1800
a fines del siglo XX la población mundial pasó de 900
millones de personas a 6 mil millones, un crecimiento jamás antes visto, debido
en buena medida al progreso de la medicina y al aumento de la productividad en
todos los campos de la economía. En un momento histórico tan breve se tuvo un
gran avance en materia de educación. Se consiguió que más de la mitad de los
habitantes del planeta asistieran a la escuela y aprendieran a leer y escribir,
mientras que a principios del siglo XIX sólo una minoría tenía esa habilidad. La
cifra de universidades e institutos de estudios avanzados se multiplicó
exponencialmente y se crearon decenas de nuevos programas o carreras. Todo ello
gracias a una sociedad industrial y empresarial mantenida en movimiento
principalmente gracias al poder emanado d la energía producida por la electricidad
y el petróleo.
En los últimos años del siglo pasado y en este
comienzo del siglo XXI la difusión masiva de las tecnologías de la información
y las comunicaciones han creado la llamada revolución informática que ha dado
origen a una nueva época que se conoce como sociedad de la información,
influenciando enormemente los procesos administrativos y gerenciales. Hoy en
día gracias a todo ello se puede afirmar que el motor que impulsa a las empresas y
a la economía en general es la información.
Los inventos más importantes del Siglo XX en las
primeras etapas de la era industrial, como el telégrafo y el cine,
evolucionaron, se diversificaron en otros medios como el teléfono o la
televisión, y se difundieron, cambiándose en importantes medios de
comunicación. A partir de la década de los setenta su importancia se amplía a
nivel general y su cobertura se expande a todos los rincones del mundo. Los adelantos
en la tecnología de satélites hicieron posible que la televisión se transformara
en un medio mundial de comunicación. En 1969 se crea la primera red global de
telefonía y en la década de los años noventa el uso del cable de fibra óptica,
elevó exponencialmente la capacidad de las redes de telefonía. A finales del
siglo XX el mundo contaba ya con una sólida red global de telecomunicaciones.
En 1971 se crea el microprocesador, máquina llamada a
provocar profundos cambios en la sociedad. En 1975, aparecen los primeros
ordenadores personales como aparatos de escritorio que hacían uso del
microprocesador como su dispositivo principal de procesamiento. Estas máquinas,
mostraron ser tan útiles y versátiles que desde allí, se utilizan en una gran multiplicidad
de acciones humanas y muy principalmente en las empresariales.
Desde la década de los años setenta, las economías
del mundo inician un proceso de globalización que da paso a una nueva dinámica
del sistema económico administrativo y empresarial del mundo, en el que los
países son cada vez más dependientes de lo que sucede en los otros. Este
proceso ha permitido la integración de mercados de productos y servicios de
diferentes países. Las empresas que participan en las cadenas de producción proceden
de varios países, esto ha genera nuevos retos y grandes oportunidades a las compañías
que han sabido enfrentarlos.
La globalización implantó reformas fundamentales en
la naturaleza de la economía. Por ejemplo, cambió las normas de la competencia:
para perdurar en un mercado que se desarrolla a lo largo y ancho del mundo con
una inmensidad de variaciones y características, las empresas requieren ser muy
maleables para acomodarse a las circunstancias de cada lugar, y además de
creativas y organizadas para poder crear asociaciones comerciales y redes de
compra, procesamiento y venta de materias y mercancías. El factor central de
éxito, en este caso, es la capacidad de obtener y procesar toda la información
de manera casi instantánea. Esto les permite identificar oportunidades de nuevos
mercados, coordinar a las distintas unidades de producción, controlar los
inventarios, y conocer lo que está haciendo la competencia. La información de
esta manera, se convierte en un recurso estratégico gracias a que puede ser
generada y procesada por computadoras y transmitida a través de las redes de
telecomunicaciones.
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez Heredia, Benjamín y Gómez Buendía, Hernando
(Editores), Ciencia y tecnología. Retos del Nuevo Orden Mundial para la
capacidad de investigación en América Latina. CIID, Instituto de Estudios
Liberales Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1993.
Castells, Manuel. (2001) La Galaxia Internet.
Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad”. Cap. I “Lecciones de la
historia de Internet" y Cap. II "La cultura de Internet".
Madrid, Plaza & Janés.
Chaparro, Fernando. Conocimiento, innovación y
construcción de sociedad: Una agenda para la Colombia del Siglo XXI.
Santafé de Bogotá, 14 de agosto de 1998.
Eichengreen, B.: La globalización del capital.
Historia del sistema monetario internacional. Barcelona: Antoni Bosch, 2000.
Maddison, A.: La economía mundial. Una perspectiva
milenaria. Madrid: OCDE, 2002.
No hay comentarios:
Publicar un comentario